La decisión del Gobierno argentino de no adquirir dólares en el mercado tiene como objetivo evitar un aumento del tipo de cambio que podría repercutir en los precios, aunque esto implica la imposibilidad de acumular reservas.

Esta estrategia ha suscitado un intenso debate entre economistas, incluida la opinión de algunos analistas que tradicionalmente apoyan al Gobierno, como Ricardo Arriazu y Domingo Cavallo.

Desde la eliminación de las restricciones cambiarias para individuos a principios de abril, el dólar se ha mantenido alrededor de 1200 pesos, en el centro de la banda cambiaria establecida por el Gobierno que oscila entre 1000 y 1400 pesos, con una minidevaluación proyectada del 1% mensual.

El Ministerio de Economía y el Banco Central han manifestado sentirse 'cómodos' con este nivel, aunque han indicado que el Banco Central solo intervendrá en el piso de la banda, y han dejado abierta la posibilidad de que el Tesoro realice compras de divisas en caso de superávit fiscal.

Sin embargo, algunos sectores del mercado consideran que la estabilidad cambiaria lograda durante los últimos dos meses puede estar en peligro debido a diversos factores que podrían provocar un aumento en el tipo de cambio cercano al techo de la banda.

Entre los factores que podrían hacer subir el dólar se encuentran la posible dolarización de carteras ante la proximidad de las elecciones de octubre, la posibilidad de un resultado favorable para el kirchnerismo en las elecciones bonaerenses de septiembre y en las nacionales, así como el desmantelamiento total del cepo cambiario que permitiría a las empresas girar utilidades al exterior.

Además, el hecho de que el Estado no esté comprando divisas, la débil acumulación de reservas netas, y una previsible desaceleración en los ingresos de dólares por liquidaciones agropecuarias también son indicadores que generan expectativas de devaluación.

A su vez, se anticipa un deterioro en la cuenta corriente del balance de pagos, que este año podría registrar un déficit cercano a dos puntos del PIB, lo que incrementa las presiones sobre el tipo de cambio.

El uso del dólar futuro por parte del Gobierno para moderar la volatilidad del tipo de cambio enfrenta riesgos, pues cualquier pérdida en este frente podría resultar en emisión de pesos y complicar el balance del Banco Central.

Por otro lado, el Gobierno se aferra a su enfoque de mantener el tipo de cambio al apuntar a varios factores que podrían contribuir a su estabilidad.

Se destacan los ingresos de dólares derivados de la privatización de activos estatales, como Energía Argentina (ENARSA) y otros proyectos en infraestructura y energía. Las concesiones y licitaciones también generarán divisas, al igual que las exportaciones de gas, petróleo y minería, que se prevé sean superavitarias.

La continuidad en la recuperación de la demanda de dinero representa otro elemento de apoyo a la estabilidad cambiaria, aunque las proyecciones se tornan inciertas debido a la política oficial de 'dolarización endógena'.

La emisión de títulos en dólares y la atracción de inversiones en el ámbito minero y energético bajo el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) también se incorporan a esta lista.

Las expectativas de la entrada de capitales se verían favorecidas por una reducción en el riesgo país o un incremento en la rentabilidad en sectores argentinos más allá de Vaca Muerta, lo que podría mantener el dólar dentro del centro de la banda cambiaria.

A medida que se observa la historia económica de Argentina, muchos programas de estabilización han tenido éxito temporalmente, aunque generalmente no se han mantenido en el largo plazo.

Ante este escenario, las autoridades han afirmado que 'esta vez es diferente', estableciendo un contexto en el cual solo el paso del tiempo podrá validar estas afirmaciones.